Dejarlo para demasiado tarde
“¿Por qué no me pongo a estudiar hasta que ya no hay tiempo razonable para aprenderlo y superar los exámenes? ¿Por qué lo dejo todo para demasiado tarde?”
Muchos estudiantes se hacen estas preguntas. Viven en la frustración de no controlar su tiempo. El tiempo se les va de las manos y no avanzan, ni siquiera empiezan a hacer lo que deberían hacer. A este fenómeno se le llama procrastinación académica y afecta a la mayoría de los estudiantes de educación superior en Occidente (de su impacto se puede ver este estudio).
Ya sería un problema de grandes dimensiones si se diera en un 20% de los jóvenes. Pero lamentablemente estamos hablando de algo generalizado y probablemente en crecimiento. Si más de un 20% de la población adulta sufre de procrastinación crónica, entre los estudiantes de secundaria y universidad en Occidente el porcentaje supera el 50%, pudiendo rebasar el 70% en países como Gran Bretaña o Turquía.
Procrastinación: un drama personal
Sólo quiero poner de relieve la gravedad del problema. No sólo porque afecta a millones de jóvenes, que luego serán adultos con problemas similares, sino porque muchos de ellos se sienten verdaderamente mal con su situación y les gustaría superarla. Basta con teclear procrastinación en Twitter para ver los comentarios al respecto. Se encuentran lamentos resignados, confesiones tristes, confesiones desgarradoras en ocasiones. También hay mucha broma al respecto, pero con un trasfondo de amargura.
Me sorprendió gratamente saber que un país como Canadá dedica una semana a resaltar este problema y ofrecer medios en la educación superior para un cambio de mentalidad: campaña en las redes, talleres impulsados en las universidades, profesores implicados… ¡Qué bien vendría abordarlo como un problema personal y colectivo! ¿Por qué no hacerlo también aquí, en nuestro país?
Hay varias cosas que se pueden hacer para reducir la procrastinación desde el entorno educativo. De entrada, hacer conscientes a los estudiantes de la importancia del problema. Y como cosa nueva y tecnológica, desde Task & Time, hemos puesto nuestro granito de arena creando una herramienta para ayudar personalmente a cada estudiante: STUDEAM, la agenda virtual que planifica automáticamente el estudio (luego diremos cómo). Entre ambos extremos vamos a hacer unas propuestas.
La escuela que mal educa en gestión del tiempo
Suele ser un error dejar para más tarde lo que se puede hacer ya hoy. Es un error andar con prisas por la vida por no gestionar bien el tiempo. La procrastinación es una práctica corrosiva y los profesores no deben enmascararla o disculparla. Aunque culturalmente se encuentre muy afincada, la escuela puede hacer mucho por reducirla.
Se equivoca la escuela cuando busca liberar todo el tiempo del alumno para el estudio de los exámenes en el último momento y que los exámenes no tengan fechas coincidentes. Se lanza a los alumnos el mensaje equivocado: “como ya sabemos que sólo estudiarán en las horas previas a los exámenes, no les pedimos otras tareas añadidas y no habrá exámenes en fechas coincidentes. Veamos si así sacan mejores notas”. De este modo no se corrige la procrastinación.
La escuela debe prevenir la procrastinación
Entiendo que la escuela debe educar no sólo en contenidos sino en método de trabajo. Se trata de un saber hacer que incluya la autorregulación y la gestión adecuada del tiempo. La falta de autorregulación tiene mucha importancia en la demora de la realización de las tareas. ¿No puede la escuela contribuir a la necesaria autorregulación?
- Si la escuela -los profesores y maestros- se toman en serio la importancia de que cada cosa se haga a su tiempo y lo exijan así a sus alumnos, estarán ayudándoles sin duda.
- Si la escuela premia entregar con antelación las tareas bien hechas, fomentará una cultura de trabajo diferente.
- La escuela puede detectar a tiempo a los procrastinadores y crear grupos de estudio o que buenos estudiantes acompañen a aquellos que siempre va a rastras
Un plan diario evaluable contra la procrastinación
Si a un estudiante le dices que de tal hora a tal hora va a estar trabajando con una tarea determinada, será más fácil reducir la procrastinación. Será más fácil hacerle un seguimiento y dejar menos espacio a decisiones desafortunadas debidas a la inseguridad, el desagrado, o el perfeccionismo. Los que hemos acompañado a estudiantes a los que les costaba ponerse a trabajar, sabemos lo importante que es allanar la sesión de trabajo con una planificación concreta de cada tarea.
Sin embargo este seguimiento es muy personalizado y no toda escuela tendrá la capacidad de implementarlo. Más bien lo harán los padres, un profesor particular, un pedagogo o un mentor personal. Para aligerar esta tarea creamos STUDEAM, nuestra app que planifica las tareas de estudio y los deberes de manera automática. Aunque su propósito de planificación sea general, vendrá especialmente bien a los que procrastinan.
Esta agenda virtual es capaz de informar al estudiante cuándo tendría que estar trabajando cada tarea para no engañarse y anticipar las consecuencias de dejarlo para más tarde. De esta forma la autorregulación se verá favorecida. Este organizador del estudio calcula además el tiempo que le va faltando para terminar las tareas propuestas, anticipando el desastre cotidiano que el estudiante que procrastina no desea ver.
El apoyo personal es clave para mejorar
No obstante, el procrastinador tiene un gran reto. Ninguna app puede de por sí modificar conductas complejas como la procrastinación: hay cuestiones emocionales y motivacionales particulares detrás de cada procrastinador. Simplemente, Studeam puede ser una valiosa herramienta en este proceso.
Si hay un acompañante, podrá supervisar al estudiante viendo su evolución diaria. El corto plazo ayuda a ponerse en marcha. Si está claro la tarea que toca en cada momento, lo que toca ahora mismo, no hay nada que dejar para más adelante. Y el acompañante sabe sobre qué preguntar al final del día. Valgan estas pistas como ayuda para aquellos que se platean en serio superar su procrastinación o ayudar a otros para dejar de procrastinar.
Espero que estas propuestas para reducir la procrastinación desde la escuela y la tecnología sirvan de ayuda. No se trata ya de que los alumnos aprendan a trabajar, sino de reducir un drama personal que afecta a demasiados estudiantes. En otros post trataremos de abordar cómo nuestra in-cultura de la conectividad y el divertimiento agrava este mal.
Luis Javier Álvarez Garrido
CEO en Task & Time