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Una gran parte de nuestros hijos está cursando estudios de forma semipresencial en España. También puede haber múltiples cierres y cuarentenas que obliguen a un seguimiento online del curso.

En el anterior post sobre pistas para padres inquietos compartí un punto fundamental para afrontar bien este curso: educar en autonomía y gestión del tiempo.  Allí me atreví a recomendar el uso de una app que planifica el estudio de forma automática.

En la misma línea hay un problema que afecta a muchas familias, particularmente a los que tienen hijos en la ESO y últimos cursos de Primaria. Muchos padres desearían conocer la lista de tareas, la lista de deberes que tienen sus hijos exactamente. Los grupos de padres de Whatsapp son un claro reflejo de esta necesidad. Los padres no se fían de sus hijos y buscan cómo enterarse de lo que pasa realmente. Tienen la certeza de que no pueden dejar solos a sus hijos, porque de lo contrario no harán lo que tienen que hacer.

Durante el encierro por la pandemia uno de los elementos de comunicación más importantes era la lista de tareas: ¿qué deberes tiene que hacer el crío y para cuándo?  Obtener esta lista de tareas clara no siempre ha sido fácil (lo cual desespera a más de un padre). Pero la lista es sólo el inicio de un proceso de marcaje estrecho al chaval, con bastante desgaste para todos.

 

Por qué la lista de tareas no resuelve el problema

Repasemos los pasos habituales de un papá o mamá preocupado con esto:

  1. «He conseguido recopilar todas las tareas. ¡Bien! ¿Y ahora qué? Pues que las haga…»
  2. «¿Qué andará haciendo? Me da que no está haciendo lo que debe…»
  3. Le pregunto qué ha estado haciendo y veo que probablemente no es mucho o no es lo prioritario o no ha hecho nada.
  4. Conteniendo la respiración le digo que para tal hora debe haber terminado todas las tareas, a lo cual mi hijo me contesta que las tareas no son todas para mañana y que tiene tiempo para ir haciéndolas.
  5. Me doy cuenta de que tengo que conocer bien las tareas para saber qué debería hacer exactamente hoy. Y no basta con un calendario de fechas de entrega, cosa que también hace falta. Debería trabajar sobre una planificación bien hecha y llegados a este punto me echo a temblar

Porque ¿quién hará esa planificación? En teoría debería hacerla el estudiante, que debe crecer en autonomía y es su responsabilidad, pero mi hijo ha demostrado que no puedo fiarme de él en esto. Y si me hago cargo yo me llevará un tiempo apreciable cada día, que lo hace insostenible.

 

Hace falta planificar

Ahora tenemos varias cosas claras:

1º Es bueno que todo estudiante parta de una planificación de tareas bien hecha, como parte de su proceso de aprendizaje y de un buen hábito de estudio. Suele mejorar la concentración, la perseverancia, el logro de los objetivos. Y disminuye la ansiedad y la procrastinación.

2º Una lista de tareas no basta para para seguir y evaluar su trabajo, hay que partir de una planificación concreta y bien hecha.

3º Planificar bien lleva tiempo y requiere unificar información compleja, por lo que puede estar fuera del alcance de la disponibilidad de los padres y de la voluntad del hijo.

4º Este curso es urgente seguir una mayor disciplina en el trabajo y hacer lo que toca cuando toca, porque puede haber mucho tiempo de trabajo en la habitación y muchas tareas que gestionar.

Vemos que no es un problema de conocimiento de la lista de tareas, sino un problema de organización de los deberes, un problema de planificación de tareas, y lo ideal sería que los alumnos la construyeran como parte de sus obligaciones respecto a la forma de trabajar. Así que: ¡padres! ¡no os dediquéis a planificar a vuestros hijos! ¿Pero van a hacerlo ellos?

 

Un método convertido en app para educar en gestión del tiempo

Como el ideal no se cumple, precisamente por eso, hemos construido la aplicación de organización de tareas STUDEAM: una agenda inteligente que planifica de forma automática las tareas de estudio y los deberes en el horario personal que se le configure.

Con esto no abandonamos el fomento de la autonomía del estudiante: es él quien debería meter los datos en la app de planificación, y de forma instantánea dispone de un plan concreto bien hecho, pedagógicamente adecuado, que aprovecha el tiempo de forma óptima y sin autoengaños.

Es una planificación mejor que la que podamos hacer a mano cualquiera de nosotros y que se convierte en la referencia de la actividad de nuestro hijo. Ya no es la madre o el padre que le está atosigando al chico. Ahora se parte de un acuerdo básico: «tú (nuestro hijo) acatas seguir lo que ponga STUDEAM y, llegada la noche, hablamos de cómo se ha cumplido el plan».

Si tengo dudas sobre lo que está haciendo realmente el mi hijo, basta con acercarse a comprobar si está efectivamente siguiendo la planificación o se ha perdido de nuevo por las ramas. Lo cual, al menos, conlleva mucho menos desgaste que sus alternativas.

¡Ánimo con el curso!

 Luis Javier Álvarez Garrido

Profesor y tutor de Secundaria y Bachillerato.

Director de Task & Time

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