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Tres escenarios habituales donde STUDEAM puede aportar algo nuevo

Esta es la segunda parte de un post con pistas para padres que no hay que olvidar (VER AQUI). Voy a pintar tres escenarios problemáticos que pueden resultar familiares. Son situaciones paradigmáticas que en ocasiones pueden entremezclarse. Por supuesto, hay muchos estudiantes que no presentan grandes dificultades en cuanto al hábito de estudio, pero que pueden y necesitan mejorar. Lo que STUDEAM aporta a los casos problemáticos, cuando lo explique, creo que también les ayudará a los que podríamos llamar “no problemáticos”. 

 

Se organiza mal y siempre lo deja para el último momento

En mis 12 años de profesor y tutor de secundaria y bachillerato, esto es lo común. Mi impresión es que la cosa no mejora con las AACC. Por supuesto, con TDAH u otros trastornos del aprendizaje puede ser más difícil.

La alta capacidad de muchos brilla por su ausencia en su gestión de las tareas. He visto demasiados chicos listos que no crecen en hábito de trabajo porque están centrados en su mundo. Todo lo demás puede esperar y lo terminarán sacando adelante “como siempre”. No es raro que cada vez calibren peor su capacidad de reacción en el último momento y las calificaciones se resientan con desagradables sorpresas.

Lo más grave no es que saquen notas impropias de su capacidad, sino que no se están educando en hábito de estudio. Los alumnos de AACC pueden construir juegos complicados en Java o zamparse miles de hojas de lectura de sus temas favoritos, pero casi siempre a golpe de su interés personal, olvidando el desarrollo necesario de otras capacidades fundamentales, cruciales para la vida personal y profesional.

¿Querrán usar STUDEAM los que así se «desorganizan»? Quizá tras una mala experiencia, tras agobios de última hora o notas inusualmente bajas, estén más receptivos y lo intenten. Entonces la aplicación puede influir en ellos positivamente porque les hará más difícil engañarse. Ante una planificación a la vista deben decidir si la siguen o no, pero engañarse no les será sencillo. Es una oportunidad para descubrir que no se trabaja más por hacer las cosas cuando deberían, sino mejor y con más tranquilidad. Es algo que debería traducirse en mejores resultados. Dejan sus gustos o disgustos, sus miedos y perezas a un lado para ganar tiempo y calidad de aprendizaje, lo cual compensa. 

Varios puntos de la app les empujarán en esta dirección:

La reflexión sobre el horario estable de estudio
La consideración habitual de las tareas de estudio
La consideración de las tareas de examen como repasos
La actualización de las tareas que les hace conscientes de cómo avanzan (o se estancan y acumulan)
La visualización de las planificaciones que les enfrentan con la falta de disponibilidad de tiempo

 

Tardes inacabables, fines de semana enteros

Con algunos estudiantes se da este drama silencioso: siempre tienen tareas y les echan muchísimas horas. Su responsabilidad les hace enterrarse en jornadas inacabables. Da mucha pena y nos despierta la pregunta de qué estará marchando mal. Normalmente su perfeccionismo e inseguridad les hace avanzar lentamente y echarle mucho más tiempo del que merece.

Con el planificador estos alumnos pueden tener una herramienta magnífica para cobrar conciencia de la problemática y aprender a ponerse límites, tarea a tarea, sesión a sesión. Tienen disciplina de trabajo, quizá demasiada, pero el tiempo no es para ellos una prioridad, sino la calidad del resultado. Crecer en hábito de estudio en este caso significará aprender a valorar más el tiempo poniendo límites claros y vencer los miedos a no acabar las tareas o a terminarlas “imperfectamente”.

STUDEAM puede dejar patente dónde está el problema, si en un exceso de tareas real por parte del centro educativo o en el perfeccionismo del estudiante. Es posible que aquí sea conveniente el diálogo con un acompañante (padre, tutor, orientador…) y si comparte la herramienta periódicamente “se verá” con facilidad lo que ocurre en realidad. Estos chicos no suelen mentir en esto y desean mejorar y liberarse, pero no saben cómo. Hay que ayudarles para que valoren el tiempo y reenfoquen las prioridades.

El acompañante podrá ver el número de tareas, su tiempo de realización y sus sesiones de estudio. Mientras no exista el usuario “padre” o “pedagogo” en esta aplicación (cosa que está prevista pero no será inmediata), el modo mejor de supervisarlo es pidiéndole al estudiante que mande una captura de pantalla de su planificación semanal cada día antes de empezar a ejecutarla y otro del listado general de tareas.

Por otra parte, la planificación está pensada para aprovechar mejor el tiempo y puede que les ayude a terminar antes. Ser conscientes de los límites temporales de cada tarea y tomarlos como objetivo servirá de ayuda sin duda. ¡Que prueben!

 

Lucha con la lista de tareas

En estas edades muchos padres sufren porque los hijos no trabajan verdaderamente. La lista de tareas es defectuosa (olvidos, omisiones, inexactitudes…) y, aunque se acerque a la verdad, no se convierte en un plan de trabajo serio porque no planifican para cumplir con las tareas, sino para algo muy distinto: pasarlo lo menos mal posible. Aquellas tareas que les desagradan o se les da mal, o simplemente no les apetece, las postergan o “desaparecen”. Son tareas a las que consideran sin importancia, o muy difíciles u opcionales, o que simplemente las harán “mañana mejor” porque hay tiempo todavía.

Para cualquier padre, poner orden en toda esta niebla, conjunto de medias verdades y tinta de calamar, suele ser una prueba de paciencia. La energía y el tiempo que requiere tener la información correcta lo hace poco sostenible y a medio plazo estamos derrotados.

Muchos hijos están habituados a escuchar reproches diarios que ya no sirven de nada, o a soportar discusiones y voces a cuenta de los deberes. Sobre todo, en periodo de exámenes y después de las calificaciones. Hay padres que optan por conminarlos a estar largas horas en su habitación estudiando. Pero la medida es ineficaz unas veces, otras contraproducente. He conocido muchos chicos que preferían aburrirse tardes enteras antes que enfrentarse a sus tareas. ¿Cómo puede ayudar STUDEAM en este escenario? Ojalá podamos arrojar un poquito de luz para revertir esta situación estéril.

Naturalmente en este escenario la voluntad de usar la app de planificación será muy pequeña, salvo que plantemos una situación en que el chico o la chica obtengan algo positivo a cambio. Intentaría hacer el siguiente pacto con ellos lleno de sentido común: 

Ellos se comprometen a ser transparentes con sus tareas y a seguir la planificación de la app que produzca STUDEAM, y los padres, a cambio de tal gesto de sinceridad y transparencia no harán reproches y tampoco estarán encima para intentar obligarles a hacer lo que deben. Lo que deben hacer está claro cada día, está ya patente gracias a la aplicación.

Al final del día se les ha de preguntar qué tal ha ido todo, sobre todo las tareas que sabemos que les correspondía hacer esta tarde. Si la cosa ha ido mal, los padres deben sentirse agradecidos por su confesión y no insistir en el asunto. Más bien: «mañana a volver al ataque», «si quieres que te eche una mano con algo» o el silencio más comprensivo posible. Y cuando haya ido bien, toca manifestar la alegría compartida y alguna alabanza clara.

Los reproches, las voces y las amenazas suelen tener poca eficacia, en cambio admitir la verdad del hijo con paciencia y amor puede transformar al hijo de un modo nuevo. O terminará pidiendo ayuda o poniéndose a trabajar poco a poco. Cada uno que reflexione sobre lo que ha funcionado en el pasado.

 

Luis Javier Álvarez Garrido

Profesor de secundaria y director de Task & Time